Nuestra forma de comunicarnos con nuestros hijos son la razón de sus comportamientos. Los niños no hacen lo que nosotros les decimos, sino que repiten nuestros comportamientos. Esto lleva la educación a un a un plano de toma de conciencia en donde, si tú quieres que en tu casa haya un ambiente armonioso, todo empieza por ti.
Queremos hijos empáticos y que nos escuchen, entonces debemos cambiar las maneras de relacionarnos con ellos. Todo ha evolucionado y la forma de comunicación con nuestros hijos y de educarlos también debe cambiar.
No podemos seguir ejerciendo poder y autoritarismo como base de la crianza. El “porque yo lo digo” va careciendo de eficacia, ya que este sistema puede funcionar a corto plazo, basado en una respuesta vs miedo. Obedecen, pero a la larga esto generara una brecha muy grande entre tu hijo y tú.
Esto generará un vínculo con raíces en el resentimiento y miedo, donde no escuchamos las necesidades reales de nuestros hijos. Ellos tampoco tomarán conciencia de aquello que se han equivocado y pueden mejorar. No existe en estos casos una orientación desde el adulto basada en el amor incondicional, ni tampoco estamos enseñando a que puedan aprender a escuchar a sus pares.
Asimismo, ponemos el riesgo su autoestima, porque cundo ejercemos el autoritarismo, solemos devolverle la imagen más débil del niño. No solemos corregir su comportamiento desde la calma, desde el sentido de nuestra propia madurez, y experiencia, sino que “disparamos” nuestra frustración, nuestro cansancio, nuestro agobio, mediante gritos o malas caras. Entonces ¿Qué estamos enseñando?
La escucha activa no es una frase bonita, es una forma respetuosa de tratar a las personas, y en especial a los niños. Porque si la ponemos en práctica ellos se sentirán escuchados, teniendo la mejor atención de sus adultos. Ellos comprendan mejor sus explicaciones y aprenderán a generar sus propias herramientas de aprendizaje. Este método no solo fortalece la comunicación en la familia, sino que fortalece los lazos afectivos y la empatía.
EL MÉTODO DE ESCUCHA ACTIVA La ESCUCHA ACTIVA implica una serie de actitudes y conductas que preparan a ambas personas para escuchar y hablar, sintonizando emocionalmente.

Fue Thomas Gordon quien popularizó esta idea y la convirtió en un método para los padres, aunque lo cierto es que se trata más bien de una actitud ante la crianza.
EN EL ÁMBITO FAMILIAR
LA ESCUCHA VERDADERA: es la habilidad de escuchar al otro con la intención de comprender. Esto requiere de una escucha sin valoraciones ni juicios, es poner interés en el otro dejando de lado mis opiniones, es escuchar también la emoción, el cómo se sienta el otro. Y devolver la idea para saber si he comprendido lo que me han querido decir o expresar. Podríamos preguntar: ¿Puede ser que estés un poco triste o preocupado?... esperar que el niño valide y confirme lo que hemos entendido.
LA ESCUCHA VERDADERA significa oír atentamente a los niños, colocándose a la altura de sus ojos, para poder establecer contacto visual. De esta forma los pequeños sentirán que sus padres son más cercanos y tendrán la certeza que son importantes para ellos.

De hecho, es fundamental que los padres comprendan que aproximadamente hasta los 12 años los niños viven en un mundo muy diferente al de los adultos, tanto desde el punto de vista sensorial como perceptual, por lo que agacharse para hablar con ellos y escucharlos implica acortar esa distancia y establecer una relación afectiva más fuerte.

Ser capaces de empatizar con sus estados emocionales, comprender sus preocupaciones y, por supuesto, transmitirles calma y serenidad con el contacto visual y la cercanía física son herramientas muy útiles para conectar emocionalmente.
Puede aplicarse en cualquier circunstancia, lo mismo para explicarle algo al niño que para calmarle cuando tiene una rabieta o simplemente para escucharle o decirle lo mucho que le quieres.
La ESCUCHA ACTIVA te permitirá como padres comprender mejor a tu hijo. Al ponerte a su nivel, podrás ser más empáticos y entender lo que sienten, lo cual te permitirá ayudarle mejor. La escucha activa obliga a los padres a salir de su mundo y entrar en el universo de sus hijos, lo cual es muy provechoso porque les permite detectar todas esas pequeñas pistas emocionales que de otra manera habrían pasado desapercibidas.
Escuchar para conocer, escuchar para aprender, escuchar para dar ejemplo, escuchar para calmar, escuchar para comprender, escuchar para enseñar, escuchar para dar ejemplo.

La ESCUCHA ACTIVA sirve como una herramienta de validación emocional, y cuando el niño recibe la validación que necesita, es probable que se convierta en un adulto seguro y confiado, con una buena autoestima. Los padres siempre deben tener presente que la manera de relacionarse con sus hijos dejará profundas huellas en la personalidad del niño.
LOS BENEFICIOS PARA LOS PADRES Y SUS HIJOS
Además de fomentar el vínculo afectivo, educar a un niño en los principios de la escucha activa implica protegerle en el futuro. Este modelo de comunicación transmite la idea de que todas las personas merecen ser tratadas con atención y respeto, por lo que al niño le resultará más fácil identificar los patrones de acoso y los rechazará, algo que no ocurre si el pequeño crece en un entorno donde los gritos y la indiferencia emocional son pan cotidiano.
Es importante creer en tu hijo. La mirada sobre tu hijo determinará la calidad de tu escucha. Debes creer en la capacidad de tu hijo para encontrar sus propias soluciones a sus problemas, aunque seguramente estén lejos de lo que tu harías. No debes manipularlo con las palabras de forma directa o indirecta para que resuelva con tu mirada, ahí no existe escucha activa.
Pero ¿de qué forma puedo hacerlo? Escucharemos lo que tienen que decirnos: “Cuéntame, ya veo…¿de verdad?, ¿no me digas? ¿y qué más?, ¿te gustaría hablar sobre ello? Porque veo que esto es importante para ti. Y si es importante para ti, para mí también. Parece que quieres decir algo, ¿Cómo te hace sentir?
NO ES ESCUCHA ACTIVA: amenazas juzgar, criticar, alabar, ridiculizar apodar, interpretar distraer, dar lecciones, sermonear, ordenar, imitar, diagnosticar.
Recuerda: Cambia los discursos largos. Los niños desconectan con facilidad. Utiliza una palabra concreta que describa lo que quieres que haga en ese momento: Ej. María, el pijama.
Describe lo que vez, no juzgues la acción de tu hijo. Explica tus emociones, tus pensamientos, tus razonamientos como adulto, incluso lo que te molesta de su comportamiento, pero siempre “sin machacar” y sin generar culpa.
ELIANA PONCE ALVAREZ
Reconociéndote
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