
Reconociéndote, queriéndote, priorizándote, tratándote con cariño, es la manera para poder alcanzar una buena autoestima, bienestar emocional y social que te permitan alcanzar tus metas.
RECONOCE TUS SENTIMIENTOS
¿Cuántas cosas nos exigimos dándole un poder a nuestra mente hasta el punto de negar la existencia de las cosas que nos pasan de verdad? Esto lo hacemos con nuestras emociones: racionalizarlas, cuestionarlas, incluso rechazarlas. Tu sistema emocional no atiende a razones lógicas. El hecho de que tu creas que no tienes motivos para estar triste no cambia tu emoción, es más, a veces incluso lo agrava.
¿Por qué queremos controlar lo que sentimos a tal punto de no permitirnos sentir? Aunque lo racionalizamos no dejaremos de sufrir o tener miedo. Solo lo tapamos, lo negamos, nos distraemos, pero eso sigue allí, sin resolverse. Permitirnos sentir no implica que la emoción nos va dominar a tal punto de hacer “cosas peligrosas”.
Al aprender a conocernos, aprendemos a: observarnos, a descubrir lo que sentimos y qué reacciones tenemos en determinados momentos (saber de inteligencia emocional). Además, al intelectualizar las emociones podremos descubrir que somos capaces de llevar nuestra atención más allá del ruido de nuestra cabeza. Prestando atención a lo que sucede con la emoción que se genera podremos incluso atravesarlas. Eso nos permite bajar su intensidad y poder decidir, ser dueños de nosotros mismos sin que estas tomen el control de nuestros actos. De lo contrario, si se reprimen, saldrán a la luz tarde o temprano en momentos y formas que no serán los adecuadas o se manifestarán a través de nuestro cuerpo por enfermedades.
RECONOCE TUS PENSAMIENTOS
Muchas veces no decimos lo que pensamos para evitar conflictos, para que los otros no nos juzguen, para que no se enfaden, como si realmente fuéramos la causa de las emociones de los demás. Sin embargo, somos los responsables de nuestras emociones y no lo externo, aunque nos pueda parecer imposible en determinadas situaciones. Es posible aprender a decir lo que realmente pensamos o sentimos, sin necesidad de faltar respeto ni hacer daño al otro.
¿Por qué no expresamos lo que nos sucede? ¿Voy a defraudar? ¿Siento vergüenza? ¿Evito exponerme? ¿Creo que expresarlo me pondrá en una situación de vulnerabilidad?
Si no digo realmente lo que pienso y siento se convertirá en una especie de tapón en la garganta emocional, que causará mucho dolor alejándonos de nuestras relaciones. Es importante saber que lo que cada uno piensa y siente le pertenece a uno mismo. Las opiniones y sentimientos de los demás hablan de ellos, no de nosotros. No tomárnoslo personalmente es una de las claves para poder escuchar de verdad lo que el otro siente y piensa. A veces, las propias experiencias personales y las heridas que tenemos abiertas hacen que lo que el otro dice sea como un espejo que nos muestra nuestra propia herida no vista durante mucho tiempo, y así es difícil escuchar de verdad.
RECONOCE TUS NECESIDADES
En muchas ocasiones no pedimos lo que queremos porque le adjudicamos al otro un poder sobrenatural, en el que “porque me conoce”, debe saber lo que quiero y necesito en todo momento.
Los demás no tienen poderes telepáticos, están con sus propias dudas, miedos, preocupaciones o simplemente en su día a día y, además, no tienen por qué tener las mismas prioridades o necesidades en ese instante. Somos responsables de pedir lo que queremos, aunque nos cueste hacerlo, debemos saber que aquello que pidamos no implica siempre que nos lo den. No queremos pedir en ocasiones porque eso, como decíamos anteriormente, nos hace conectar con nuestra vulnerabilidad. Nos anticipamos a la posibilidad del "no", de sentirnos rechazados, y ponemos ese tapón. Eso solo lleva a conflictos por malas interpretaciones, a hacer conjeturas falsas, porque para que sea un hecho contrastado la otra persona tendría que realmente expresarlo así y que, además, coincidiera con sus auténticas necesidades.
RECONOCE TU PRESENTE
No te quedes anclado en el pasado, o te vayas al futuro. No nos permitimos ver las opciones que tenemos ante una nueva situación, un nuevo desafío, oportunidad y actuamos condicionados por las experiencias anteriores o por el miedo a lo que vendrá.
Cuando vivimos una situación positiva, querremos hacer lo mismo para que nos vuelva a suceder o, por el contrario, una situación negativa buscaremos evitarla. En esa búsqueda es cuando empezamos a compararlo todo con aquello vivido.
Muchas veces hay una fuerte influencia del querer cumplir las expectativas de un estereotipo social o familiar. Hacemos una comparación constante de la realidad con la idea estereotipada de nuestra mente, y este proceso nos impide ver y oír lo que realmente hay en el presente. Ver sin prejuicios y actuar en consecuencia. No hay ayer o mañana, solamente hay un hoy, en estos casos.
RECONOCE TU ZONA DE “BIENESTAR”.
Hemos escuchado y leído muchas veces que estamos atrapados en nuestra zona de bienestar o de confort porque creemos es una zona segura que predecimos y controlamos. Pero por mucho escuchado y leído seguimos confortablemente sentados, y en muchas ocasiones estamos preso dentro de esa “zona” como si fuera una telaraña que nos hemos tejido nosotros mismos y de la cual no podemos escapar. Pero si miramos en profundidad existen situaciones que nos desagradan y repetimos todos los días, y no hacemos nada por cambiarlo.
Sabemos que hablar de cambio es fácil, y lo difícil es ponerlo en acción. Pero correr el riesgo es fundamental para poder llegar a ese estado que anhelamos, a esos objetivos soñados. Es evolucionar, es crecer. Ello implica salir del letargo conformista, y por supuesto que eso ni es seguro ni es tranquilo. Lo nuevo supone un desafío y conlleva seguro batacazos, pero también hace que estemos más cerca de lo que anhelamos.
Si buscamos la opción segura es simplemente por esa necesidad de control. La vida no nos pide permiso para darnos un golpe bajo. La vida nos seguirá sorprendiendo porque de eso se trata. Ella está llena imprevistos y esa sensación de vulnerabilidad podrá transformase en nuestro pequeño Gigante que nos ayude a tumbar los muros del miedo y no nos perdamos nunca más las pequeñas y grandes oportunidades que nos depara nuestra vida.
Eres responsable de tu vida, no delegues a los demás aquellas cosas que están en tu mano cambiar. Hazte Gigante, y tumba los muros del miedo. Deja durmiendo a la Señora Vulnerabilidad y atrévete a vivir permitiéndote sentir y ser tú mismo.
ELIANA PONCE ALVAREZ
Comments